Es probable que NO me reciban en el cielo y creo que eso ya no me importa nada. Nunca fui muy buena, pero tampoco he sido mala, aunque algunos opinen que la recomendación venga de cerca.
El sábado, fue la primera comunión de la Amanda y a propósito del comentario pechoño de una tía que recomendaba infinitamente las bondades de una completa y sincera confesión, opiné que la religión era un asunto en extremo personal y que cada uno debía vivirla a su manera. Bien dicen los cautos, que no es conveniente hablar ni de religión, ni de política en reuniones sociales, porque dichas lamentables opiniones de mi parte, me valieron una mirada rabiosa de la fanática religiosa que a partir de ese momento seguramente pensó que yo era la personificación misma del demonio, pero con el pelo planchado de peluquería.
La teoría de la tía Patty consiste básicamente en considerar la confesión como un acto de humildad frente a un tercero, cuyo fundamento encuentra su base en la fe en Dios y en el profundo arrepentimiento de quien decide filtrar sus más íntimos secretos. Particularmente, pienso que esto es una soberana tontera porque seguramente el curita tiene más pecados que uno y lo más probable es que éste mensajero del señor, no le ande contando sus cosas a nadie. Así, todo este tema de la religión, mi rebeldía sobre la confesión y un sinfín de cosas que no comparto con la iglesia, me permitieron darme cuenta que es altamente probable de mi parte el incumplimiento de los 10 mandatos divinos y a propósito de esto, procedo entonces a realizar un pequeño análisis de los mismos:
1. El primer mandamiento dice que debe amarse a Dios, sobre todas las cosas y sea la verdad dicha, yo lo amo bastante, pero para ser sincera, es posible que en algunas ocasiones me ame un pichintún más a mí y bueno de ser así, ya fallé en la primera ley.
2. El segundo mandamiento dice que no debe tomarse el nombre de Dios en vano, que me imagino es algo así como no andar jurando por cualquier cosa, lo que por cierto yo hago siempre, previo cruce de dedos para no sentirme tan culpable y como señal auto-tranquilizadora que aunque jure por Dios, no se vale.
3. El tercer mandamiento que consiste en santificar las fiestas, la verdad no tengo mucho que decir al respecto porque no entiendo a que se refiere concretamente y si se trata de celebrar las fiestas, ahí estoy perfecto porque mientras exista un motivo para hacerlo, soy la primera en cooperar en todo lo que me pidan....venga el galeón español y toda la challa.
4. Con respecto a honrar al padre y a la madre, digamos que cumplo solamente con honrar a la segunda ya que al primero lo perdí muy niña y hasta la fecha noticias del cielo no me ha enviado el muy ingrato. En compensación, en la actualidad dedico mis energías a honrar a mi madre, mujer que logra sacarme de las casillas a diario, pero que pese a ello amo incondicionalmente.
5. El sexto mandamiento ordena no matar y ojalá esto se refiera únicamente a los seres humanos, porque de lo contrario contaría la vez que atropellé a un perrito y las dos tortugas de agua que saqué del acuario y que luego olvidé en algún rincón de la casa, dejándolas al alcance de gatos y similares.
6. El siguiente mandato consiste en no cometer actos impuros y reconozco entonces que es probable que con este sólo pecado me vaya directamente al infierno porque sin entrar en detalles de índole personal, he sido bastante impura en mi vida y aunque esto me valga la imposibilidad absoluta de acceder siquiera a la entrada del jardín del edén, encuentro muy rasca y poco honesto hacerse la cartucha. A lo hecho pecho.
7. “No robar”, así dice el séptimo mandamiento. Si no cuentan los vueltos que nunca le regresé a mi madre, las revisiones de su cartera cuyo principal objetivo era recaudar fondos para mis carretes hasta los 21 años, la sustracción del libro de clases que luego dejé en el estanque del wc de mi colegio y la totalidad de los yogurt que me he comido en el Jumbo sin pagar, nunca he infringido esta ley divina, robona nunca he sido.
8. Sobre no decir falsos testimonios, ni mentir, digamos que se trata de mis puntos más débiles porque por ejemplo cuando digo “Su Señoría, mi cliente cuenta con recursos personales y familiares para rehabilitarse y reinsertarse exitosamente en nuestra sociedad y estoy segura será un aporte valioso”, en muchas ocasiones, ni yo misma lo creo, pero lo supero rápidamente porque mi ley personal dice que todos mis clientes son inocentes, si me pagan, obvio.
9. Este noveno mandamiento es bien parecido al sexto y siendo coherente entonces, acepto señor mío que he pecado al máximo.
10. Envidiosa no soy, así es que no incurro en esta infracción.
A todo lo anterior, debo confesar amigos míos que la primera vez que me dispuse a contarle mis pecados a un cura, no le dije toda la verdad, que he sido infiel (pobre Nico!!), que en mi período de estudiante universitaria cometí más de una vez el delito de manejo en estado de ebriedad, que estoy a favor de despenalizar el cultivo de la marihuana cuando esté destinada al consumo personal, que las últimas dos veces que me pararon los pacos fingí estacionar el auto más adelante para no estorbar el tránsito y simplemente me fui sin pescar a la autoridad, que cuando me junto con mis amigos pelamos sin piedad al que pase, que soy algo fría y un poquito ambiciosa, que soy vanidosa, que miento sin remordimientos cuando digo que la dieta la comienzo el día lunes, que no tomo más cuando despierto después de un carrete o que el carnet de identidad me lo rompió mi hija jugando, en circunstancias que realmente fue mi ex marido en un ataque sicópata contra mis pertenecias, que generalmente NO me baño los domingos al más puro estilo Shakira, que me he estacionado en más de una ocasión en el lugar destinado a las embarazadas y me he bajodo del auto sacando guata cara de palo, que estoy a favor de la píldora del día después y del aborto en casos justificados, que he botado envoltorios de negritas y superocho por la ventana en la carretera, que en algunas oportunidades cuando me han dado vuelto demás he guardado silencio, que me encanta como canta Paulina Rubio y no siento culpas de ello y muchas otras cosas que por respeto a mi santa madre no comentaré para no deshonrrar a mi familia. Todo lo expresado en este post, demuestra en forma inequívoca mis cuestionables conductas por lo que es probable que cualquier miembro activo de la iglesia se sienta con la autoridad de calificarme como una guerrillera religiosa, lo que francamente yo considero una patudez ya que nadie puede atribuirse facultades divinas y determinar quienes son mejores o peores personas considerando que la competencia para juzgar le corresponde únicamente a don Jesús y en consecuencia todos los mandados en la tierra son simples mequetrefes a los cuales no quiero, ni tengo porqué contarles nada. En palabras más simples amigos míos...Yo, hablo con TARZÁN, no con los monos y se acabó.
1 Comments:
linda...eres genial, me encanta leerte. de alguna manera te expresas totalmente en las letras. mil besos
natalia
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