Luchando por la injusticia

Una vez leí un libro de una escritora italina que se llamaba "Un hombre" y que trataba sobre el romance de la autora con un ex-terrorista que permaneció preso por muchos años en una pieza subterranea de 2 x 2. Recuerdo, que en esa época pensé que era imposible que se mantuviera a alguién privado de libertad en las condiciones que el libro relataba y que probablemente Oriana Fallaci había exagerado un poco para mejorar la historia. Hace unos días atrás mi amigo Rodrilop me pidió que tomara una causa en la que él no podía intervenir y el viernes fui a visitar al imputado que por razones inexplicables se encuentra recluído en la cárcel de máxima seguridad. Nunca, pero nunca me podría haber imaginado que la mente humana fuese capaz de establecer un régimen de vida perverso como el que existe en ese lugar. Derechos?, que mierda significa esa palabra, acá no hay derechos, no hay dignidad, no hay ni la mas mínima misericordia, NO HAY NADA. ¡¡¡¡Dios, somos unas bestias!!!!!.
Juan, es un hombre pajarón-pillo que aprovechaba de obtener droga para su consumo de su cuñado que es un traficante bien grande, "un perro guatón que la llevaba". Esa sola circunstancia lo hizo involcrarse en una pesadilla que hoy lo tiene preso, formalizado por asociación ilícita, tres tráficos de droga y privado de libertad en ese infierno en el cual permanece 22 horas del día encerrado solo en una pieza de 2x2 y con visitas familiares restringidas por intermedio de vidrios. Sólo le dan comida dos veces al día en platos desechables y se la pasan a través de un orificio en el que solo cabe la bandeja de plastico. Yo, estoy clara de que ese lugar se pensó para internos de alta peligrosidad, pero aún así no es posible mantener a un ser humano en condiciones de tortura permanente; Más aún si se piensa que mi cliente está ahí por seguridad y no por ser un delicuente riesgoso. No dejo de pensar un minuto en esos hombres y yo DEBO hacer algo urgentemente para cambiar esto. Yo sé que es practicamente imposible contrariar a Gendarmería, pero si permanezco impávida no podría perdonarme jamás. He pensado en varias posibilidades y le propuse a Jairo que lo hicieramos juntos. Mi mente está planeando una estrategia jurídica que nos permita como profesionales seguir ejerciendo tranquilos y libres de todo cargo de conciencia por no haber hecho lo imposible por mejorar en algo la calidad de vida de esos muertos vivientes. ¡Tengo bronca!,y tengo una inmensa pena que me obliga a limpiarme mis lágrimas y a pensar cual es el mejor camino para luchar por la injusticia.
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