Cumpleaños feliz

Sin dudas el cambio de casa, la navidad y mi trabajo plagado de presos ansiosos por salir de la cárcel para las fiestas, es la peor mezcla que se pueda llegar a imaginar; Creo que llevo más de tres semanas sobrepasada y todos los días me quedo dormida como un lironcito nada más poner mi cabeza en la almohada para despertar al día siguiente a las 7° en punto y así no llegar atrasada porque como ahora vivo al lado de la casa de Heydi y su abuelito, tengo fijo 30 minutos de viaje a la civilización.

Mis hijos ansiosos con el tema de la navidad y de los regalos no es mucho lo que contribuyen y entre la Fefy que anda pidiendo ayuda para meter a la perrita a la lavadora porque la encuentra sucia y Maxyto que transmite con que le va a mandar su carta al viejo pascuero por e-mail, cuya dirección de correo consultará en Ripley, mis días pre-navidad, cumpleaños y año nuevo se han convertido en arduos y fatigosos al punto de que el sábado al borde de un ataque de nervios me encerré en el baño con llave a descansar pero duré exactamente 4 minutos porque ahí llegó la pendex tocando la puerta y gritando que ella también quería entrar porque se hacía pipí.

Mis clientes, quieren que haga milagros para sacarlos porque claro, no es fácil pasar estas fiestas adentro y pese a que lo entiendo perfectamente y me da una pena difícil de describir, no puedo hacer magia porque por algo están ahí. A propósito de esto y en mi papel de eterna defensora de las causas perdidas, el martes cuando fui al Supermercado y mientras ingresaba, tomaron detenido a un hombre que al parecer llevaba una radio escondida y como los cinco guardias que estaban en las puertas le sacaron la mierda no pude evitar meterme y les exigí que no lo golpearan más porque obviamente eso no correspondía. Uno de los captores, me dijo que mejor no me metiera porque sino me dejaba presa a mi también por “cómplice” a lo que yo respondí con mi super carnet y mi patente que me acreditaban claramente como a-bo-ga-do, emplazándolo a que me detuviera si así lo deseaba. De ahí para delante el trato con el hombrecillo fue cordial, nada de golpes y todos de lo más amables me explicaban lo formidable del “procedimiento” como queriendo borrar todo vestigio del mal trato anterior. Después de unos minutos y habiendo llegado Carabineros, le dejé mi tarjetita al ladronzuelo y me retiré ante los insultos de una vieja de mierda que me recriminaba por defender delincuentes y me decía que ojalá su marido hubiese tenido un abogado cuando fue asaltado. Yo, en tono bien maleducado le respondí que si me pagaba le defendía hasta el gato lo que enervó aún más la rabia de la veterana que repetía hasta el cansancio que “ojalá, no le pase nunca a usted”. En fin, jamás he podido evitar meterme en esta clase de escenas y alguna vez tenía que tocarme una vieja chillona.

Mañana se viene mi cumple, la correspondiente celebración-inauguración de la casita nueva y aunque esto suene muy de cabra chica espero recibir miles y millones de regalitos porque desde niña me han gustado los obsequios y aunque podría pensarse que soy una mina materialista, lo cierto es que el precio del regalo me da igual, lo que me gusta es el tiempo que el regalante le ha dedicado ya sea a la creación o a la búsqueda del presente. Recuerdo, mis primeros cumpleaños en los que me paraba en la puerta a la espera de los invitados extendiendo mi mano para recibir el obsequio, práctica que fue instaurada por mi primo Ramón que me decía que lo más importante era regalo y que si uno de los invitados no venía con el paquetito bajo el brazo, tenía que invitarlo a retirarse a excepción de él que nunca llegaba con uno; Mis 15 años los celebré en mi casa con una fiesta muy cool (nada de vestidos largos!!!), con música de los 80, mucho rock latino y con todas las mujeres arrojadas a la piscina después de las 1° de la mañana; Cuando estaba en la U. recuerdo a mis compañeras cantarme el cumpleaños feliz en la ventana de mi dormitorio a las 12° de la noche del 26 mientras aburrida preparaba un examen de civil y como olvidar esa memorable fiesta de disfraces a la que no invité a mi pololo porque me hacía atado por todo ( lo celebré un jueves y le dije que al día siguiente lo celebraríamos) y en la que me vestí de conejito. En fin, siento que este es un cumpleaños super especial porque siempre pensé que sólo viviría hasta los 33, como mi padre, entonces lo que venga de aquí para delante es para mi un extra, un regalo y me he comprometido conmigo misma a aprovechar cada año al máximo en señal de agradecimiento por permitirme compartir con los que quiero y con los que no quiero también, lo que significa dejar de lado el pesimismo y la disconformidad porque pese a todo soy un ser humano feliz y agradecido de vivir la vida que me tocó.

PD: El libro de Soraya y el nuevo cd de Andrés Calamaro “El palacio de la Flores”, me gustan HARTO…por si alguien se siente desorientado, digo