La admisión de mi pollito.

Mañana, a las 10:00 hrs, al fin me entregan mi casa y como el entusiasmo es demasiado, una hora después me mudo con todas mis cositas lo que definitivamente me tiene colapsada porque de sólo pensar en todo lo que viene me dan ganas de salir arrancando y volver cuando todo esté listo y acomodado.

Anoche, mientras preparaba algo para comer, aproveché de repasar con maxyto el discurso que por la mañana de hoy debía repetir en la entrevista que tendríamos en el colegio al que está postulando y mientras escuchaba atentamente mis consejos, me pidió que por favor, yo también me portara bien porque si se me salia un garabato, como siempre me pasaba, por mi culpa se quedaría sin colegio para el próximo año y hasta ahí no más quedaba su educación. Al principio me reí, pero después reaccioné y le dije que se relajara porque yo era bien señorita y no era necesario hacerme esas advertencias previas, sin embargo, me quedó mirando muy serio y me recordó que la última vez que me pidió un consejo cuando su inspectora lo mandó a cortarse el pelo, yo le había dicho que debía responderle que se metiera el dedo en el poto y que se hiciera el helicóptero, lo que obviamente nunca le dijo por "respeto", según él. Luego de esta cátedra de buenas costumbres y después de haber escuchado pacientemente las quejas de mi pollito, no me quedó más que reconocer que a veces soy medio atarantada y rota y le prometí que me portaría como una reina para no embarrarle su futuro.

Hoy, al llegar a la famosa entrevista nos encontramos con Eduardo que viajó especialmente desde Papudo para esta etapa de la admisión al nuevo colegio y mientras esperábamos le daba consejos notables como: “tu debes decirle que eres seco para el tenis, que ganas campeonatos, que eres bueno para los combos y que te engrupis a las minas ricas igual que tu papá”. Mi pobre chino lo miraba con cara de “que weas habla este otro” y mientras caminábamos a la oficina en que se llevaría a cabo la entrevista me advirtió que esta sería la última vez que se cambiaba de colegio porque todo esto era demasiado complicado para él. Durante la entrevista, todo marcho perfecto, nos mostramos como una ex pareja más que civilizada y preocupada de nuestro hijo y pese a que nuestros celulares sonaron varias veces y a que nos dimos miles de pataditas por debajo de la mesa para no incurrir en errores, salimos contentos y satisfechos porque nuestro niño tenia tan aprendido su papel de buenito que casi pudimos observar la aureola que mantenia sobre su cabecita loca.

En fin, espero que todo salga bien mañana y que mi principito sea por fin admitido en el dichoso colegio. Creo que cuando me digan: Ad-mi-ti-do, por fin respiraré tranquila y mi pobre pollo dejará de atormentarse por su incierto futuro escolar. Debo reconocer que pese a sus 8 años, ha tomado todo este cambio en forma muy responsable y estas experiencias me hacen concluir que cada día me sorprende y me llena de orgullo, porque cuando dudo de sus capacidades y pienso que a lo mejor no lo logrará, me saca de mi error y me demuestra con creces que puede ser mucho más de lo que puedo imaginar y que incluso es harto más ubicado y bien portado que Eduardo y yo juntos.