Renuncio!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!, odio la lluvia, me carga el frío, detesto los días grises….es como si agonizara lentamente; No puedo moverme, mi mente se paraliza, no logro trabajar en paz y lo peor de todo, no puedo ser FELIZ con días como estos. El pronóstico del tiempo indica que nada cambiará en al menos cuatro o cinco días y la verdad a este ritmo, para esa fecha estaré en estado crítico y probablemente me convierta en una pobre defensora malhumorada, poco inteligente y nada apeticible.
Para peor, siempre me pasa lo mismo, cada vez que tengo una reconstitución de escena cometo la desubicación máxima de vestirme nada que ver y lo paso pésimo. Hoy, como tuve que alegar en la Corte de Apelaciones de San Miguel y necesariamente tenía que disfrazarme de abogado, llegué a la famosa diligencia de traje especialmente diseñado para recagarse de frío, con mis zapatitos elegancia “Gacel” estilando, mis manos flacas en estado de cubo de hielo, mi maquillaje absolutamente corrido y con mi súper peinado totalmente arruinado por efecto de la lluvia mala onda que me dejó como ratón de alcantarilla; Reconozco que no es muy profesional lo que voy a decir, pero juro que en ese maldito momento lo único que pensaba era en la estufa de mi oficina y en cuanto tiempo faltaba para poder subirme a mi autito calefaccionado, pero nada, el tiempo transcurría lentito y cada minuto que pasaba hacía más frío, llovía con más fuerza y los peritos del Lacrim le pedían permiso a un pie para mover el otro, como si supiesen que yo lo estaba pasando mal y se hubiesen propuesto echarme a perder el día, onda “cagémonos a esta mina ridícula”. Absolutamente congelada, después de un par de horas, decidí retirarme del "sitio del suceso", por cuanto mi presencia ya no era necesaria y me fui pensando en el auto que un delito de homicidio siempre es una situación trágica para todos aquellos que de una u otra forma, se han visto involucrados. En el caso de la familia de la víctima, la situación es terrible porque nada alivia la pérdida temprana de un ser querido, y por otra parte, detrás de los imputados siempre hay familias que sufren.
Mi cliente, es un chico de 22 años, que no tenía antecedentes anteriores al momento de comisión del ilícito y que si bien es cierto se vio involucrado en una pelea en la que resultó otro joven muerto, aún no es posible determinar si efectivamente tuvo participación, eso definitivamente lo establecerán los peritajes y dependiendo de ello definiré cual será la teoría del caso.
Muchas defensores, coincidirán conmigo en que los homicidios, los parricidios y similares, son lejos los delitos más entretenidos y los que te imponen mayores desafíos como defensa, sin embargo, me pasa que nunca, pienso en que realmente se trata de un drama tremendo, que seguro ha causado grandes sufrimientos a todos los involucrados; Invariablemente, terminamos solucionando el caso, como un problema matemático, en el cual nuestro cliente debe resultar absuelto o bien condenado a una pena muy baja y por ende, la vícitima y su familia, no juegan un papel muy importante.
Así las cosas, la labor del defensor es absolutamente egoísta y quizá nunca es demasiado tarde para reflexionar sobre aquello, porque generalmente cometo y cometemos el error de pésimo gusto de pensar primero en los honorarios que cobraremos, luego como si se tratara de revisar una cuenta, calculamos la pena, es decir cuantos putos años le podemos obtener al cristiano y como si eso no fuera lo suficientemente frívolo, comentamos con los colegas cercanos la dinámica de los hechos de una forma muy ligera, sin ningún tipo de respeto por los sentimientos de los involucrados, llegando incluso a reírnos de aquellos delitos que nos parecen demenciales, casi como una competencia de quien conoce al weón más malo, onda “Yo, conozco a una mina que le dio 259 puñaladas”, “Yo conozco a otro que le pegó, después lo apuñaló y para rematarlo lo incendió”(esta historia me la contaron hace muy poco).
Es un poco triste, darme cuenta que los años de experiencia que te obligan a conocer a diario situaciones horribles, ya no logran impresionarte o conmoverte y peor que eso, te convierten en un ser frío y nada empático ; Quizá, la enorme mayoría de nosotros, imaginamos que se trata de situaciones muy lejanas a nuestra realidad y que por lo mismo jamás pasaremos por ellas.
Finalmente, creo preciso indicar, para todos aquellos que piensen que por haber realizado esta reflexión, no asumiré nunca más defensas en este tipo de delitos, que eso claramente no ocurrirá jamás, porque si me asumo como abogado de los chicos “B”, tengo la obligación de reconocer en todos el principio de inocencia, el derecho a un debido proceso y principalmente de representar de la mejor forma los intereses de quien ha depositado su confianza y sus anhelos de libertad en mi, aunque eso signifique ganarme la antipatía y el odio de muchos, que desde mi humilde punto de vista jamás entenderán mi labor y lo gratificante que en muchas ocasiones resulta.
Es cierto, la sociedad no está muy contenta con mi trabajo, pero que importa!!, alguién debe representar a los chicos olvidados y créanme que aunque muchas veces reniegue de lo que hago, habemos algunos que definitivamente nacimos para jugarnos el pellejo por el lado contrario.
