martes, febrero 13, 2007

Que importa

Hace dos días atrás terminé de leer “El inocente” de John Grisham. No había terminado de digerir esta brutal historia real de un hombre condenado a muerte injustamente, cuando me topo con un artículo del diario “El Mercurio” que informaba que después de 22 años, un examen de ADN determinó que Willie O. "Pete" William, no era responsable de los delitos que se le imputaron y por los cuales recibió una pena de 45 años de prisión. Afortunadamente para él, obtuvo la ayuda del Proyecto Inocencia que hasta julio del año pasado liberó a más de 180 presos en U.S.A gracias a las pruebas de A.D.N. y a profesionales comprometidos con esta causa.
El artículo que hago alusión informó que, el juez Tom Campbell elogió al Proyecto Inocencia y seguidamente se dirigió al pobre hombre diciéndole: "Quiero desear al señor Williams lo mejor para el resto de su vida"; Luego de leer estas nobles palabras, simplemente me he preguntado si realmente existe alguna mísera posibilidad de tener una buena vida después de este infierno ?.
El domingo, al terminar de leer la última página del libro, volví rápidamente a la primera hoja y lo recorrí nuevamente para entender algunos cosas que no me cabían en la cabeza y convencerme de que nuestro sistema es demasiado ratón en comparación al norteamericano que admitiendo tácitamente que errar es humano y que nadie tiene la verdad absoluta, permite varios recursos para revertir una sentencia firme y ejecutoriada. Ronald Williamson, fue condenado a muerte y pasó 12 años encerrado en el corredor de la muerte a la espera de su ejecución, soportando el encierro y la vida más miserable que un ser humano puede tener. Perdió sus dientes, no tuvo la posibilidad de formar una familia, le causó un inmenso dolor a su madre y a sus hermanas, conoció el hambre, se volvió loco y pese a su liberación a los 45 años, jamás fue feliz; Casi al morir, fue retratado por una conocida fotógrafa a quien pidió acompañaran las siguientes palabras a su imagen: “Espero no ir al cielo ni al infierno. Espero que al morir me quede dormido y no vuelva a despertar jamás y nunca sufra una pesadilla. El eterno descanso, eso que se ve en algunas lápidas del cementerio, es lo que quiero. No me interesa afrontar el juicio final. No quiero que nadie vuelva a juzgarme. En el corredor de la muerte me preguntaba porqué había nacido si tenía que pasar por todo esto ¿Cuál era, en realidad, la razón de mi nacimiento?. Casi maldecía a mis padres-que malo era eso-por haberme traído a este mundo. Si todo se pudiera repetir, preferiría no haber nacido”. No son palabras para el bronce, pero reflejan un dolor inmenso, imposible de comprender para quienes no hemos vivido una situación semejante. Tan solo me pregunto cuantas personas se encuentran en esta situación y me aterra ser cómplice de esto.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

se consiguio el objetivo
jairo

12:46 a. m.  

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