Lo que no fui.

Tantas veces pienso en lo que me gustaría hacer y que por una u otra razón no hago y otras tantas pienso en que paso la vida arrepintiéndome de lo que hago, por lo mismo nunca he compartido con quienes se jactan con la famosa frasecita “Nunca me arrepiento de lo que hago”, es más en mi caso, no termino de pensar cuando ya me arrepentí de todo y me enojo conmigo misma por lo que dejé de hacer. Por ejemplo cuando logré meter preso al mayordomo de mi edificio por robarme mi cámara fotográfica, me arrepentí tanto que no pude evitar pedirle a la juez que lo dejara libre, luego siempre guardo las boletas de lo que compro porque enfermizamente termino cambiándolo y generalmente cuando discuto o me enojo con alguien a la media hora empiezo con las malditas culpas que me llevan a arrepentirme por mis histerias.

Ayer, mientras compraba en el Jumbo, me encontré con una compañera del colegio de cuando era chica que absolutamente hiperventilada me contaba de sus paradisíacos viajes por el mundo, de sus MBA, post grados, diplomados, de la conveniencia de no tener hijos, de lo exitosa que era y de su vida entre fabulosa y formidable frente a la mía plagada de puros problemas, clientes presos y de una descendencia con tendencia al consumo de Ritalin; Pensaba yo mientras manejaba mi auto, que por cierto NO es una 4x4 año 2007 como la de mi amiga, que si no me las hubiese dado de chorita del puerto y no hubiese abandonado mi dulce y perfecto hogar a los 21, probablemente sería algo así como una profesional top, con estudios en España y el resto del mundo, con un loft inmenso y con un gato hermoso de compañero de vida, quizá sería rica y millonaria si considero que mis dos bebés me salen bien caros, que no necesitaría entonces una nana puertas adentro; Incluso llegué a pensar en un departamento con vista al mar en la quinta región y en un closet con al menos 100 pares de zapatos para combinar con mis muchos pantalones y camisas de marca;. Tantas cosas que afortunadamente no tengo y que en su reemplazo se ven satisfechas con los miles de conflictos que a diario debo lidiar, con los caprichos y pataletas incomprensibles de mis hijos, con las manchas que odio en la alfombra por culpa de los pipis de la fefy y de la lulú (mi perrita) que no encontraron nada mejor que hacer sus necesidades a dúo, con un marido hiperactivo, con mi participación en el grupo de abogados chantas excarceladores, con mis amigas con historias extrañas, con mis amigos pasaditos de peso secos para comer, con mis vecinos cubanos que pintaron su casa naranja chillón, con mi psiquiatra que me asegura que los ovnis existen y que tiene hartas fotos compartiendo con e.t y foo fixters, con mis precarios diplomados en criminología y reforma procesal penal , con mi closet atiborrado de ropa made in patronato, con mis clientes “diferentes” y con una vida cuya única regla es: “Sigo la intuición, tengo una buena estrella, dale pa´delante no más, en el camino se arregla la carga, saca pecho y que no se note que estay cagá de susto”.

En fin, después de todo, pienso que puedo arrepentirme de muchas cosas que hice o que dejé de hacer, sin embargo lo que hoy tengo, me raya y lo acepto como viene por caótica que resulte mi vida porque tengo el privilegio vivir como más me place sin tener que chupárselo a nadie, cuento con la tranquilidad de que no me pueden expulsar de ninguna parte y además tengo la suerte de sentirme acompañada y querida por mi particular entorno; Quizá, en la actualidad lo que más me molesta son mis ratonas actitudes conformistas, ellas me han valido una serie de conflictos internos que de vez en cuando me recuerdan que las oportunidades no se reiteran y que si quiero o deseo algo debo ir en su búsqueda aunque eso se lleve mi último suspiro, sin embargo como contrapartida intento a diario ser más honesta conmigo para no terminar lamentando mis deseos incumplidos, porque aunque hace harto tiempo vendí mi alma al diablo, no por ello he olvidado que la Claudia Tello que vive dentro mío es una loca recontra exigente, que protesta a diario y que no transa por nada del mundo sus bien merecidos minutos de felicidad.

Igual me hubiese visto bien en un convertible!