Volver a los 17.

A los 17 me fui con varias amigas de vacaciones a Tongoy, era de las primeras veces que mi mamá me soltaba un poco el elástico y me permitía disfrutar de un verano libre del yugo maternal que por mucho tiempo me tuvo restringida. Partimos a la playita y entre ocho arrendamos una pieza en el centro del jolgorio playístico que nos aseguraba entrada liberada al festin nocturno, a pesar del baño desastroso y de que el dormitorio era de 2x2.
Una noche en la que para variar andaba toda desabrigada con un peto blanco, fui a buscar a la pensión una chaqueta para proseguir con el carrete; Al entrar ví al menos a seis de mis compañeras todas juntas en una esquina, inmóviles y con cara de espanto. En la otra esquina, sentado, fumando había un hombre que al verme de un grito me dejó helada y me informó que era funcionario de investigaciones (mostró la placa) y que todas estábamos detenidas por tráfico de drogas……….seguí sin entender y claro después de unos minutos caché que dos de mis amigas habían sido descubiertas en el mismo dormitorio, mientras fumaban un cigarrillo de marihuana que para ese entonces ya era una “cola”. Creo, que jamás voy a olvidar la soberbia con la que ese tipo hablaba mientras nos amenazaba con la cárcel y lo que nos pasaría en ella…….…..a menos que una de nosotras aceptara irse con él para “abajo”; Primero le pidió a la rubita chica (ella, con el tiempo se transformó en una famosa actriz que murió de un aneurisma cerebral) que lo acompañara, pero estaba tan choqueada que nunca dejó de llorar, luego miró a la Deborah que a sus 16 años, eso lo recuerdo perfecto, le enrostró que era una niña, después siguió repitiendo hasta el cansancio que todo esto no estaría pasando si una de nosotros bajaba con él para “conversar”, preguntándome de inmediato si yo estaba dispuesta a terminar de raíz con el problema; En dos segundos pasó por mi cabeza la imagen de mi mamá retándome, la confianza que había traicionado, lo injusto que era todo si yo había llegado al final, lo estúpida que había sido al no salir abrigada y cagada de susto presintiendo que era un degenerado con tifa le dije que para que íbamos a conversar tanto si igual me iba a llevar presa y que afortunadamente mi mamá tenía una amiga “la Magela”, que era abogado y que me sacaría de la cárcel porque de verdad yo no había hecho nada; El rati desgraciado me miró con desprecio y me dijo que si para cuando el hubiese terminado de contar hasta tres, yo seguía en el lugar, me llevaba igual detenida.
Salí corriendo en busca de ayuda y me encontré con José Pablo, un amigo de mi pololo que obviamente era mucho mayor que yo y junto a él nos dirigimos nuevamente a la pieza para enfrentar al maldito, sin embargo para ese entonces ya se había ido y todas, sin excepción lloraban sin parar por lo ocurrido.
Un día le dije a un fiscal que no confiaba en los funcionarios policiales que él había traido para presenciar la declaración de mi cliente, que por favor resguardara muy bien la información proporcionada. Él, con un tono infantil difícil de olvidar, me dijo que nunca más hablaría conmigo si yo le volvía a repetir eso y que definitivamente mis aprehensiones no tenían fundamento alguno. Peor aún, como en dos o tres semanas no me dirigió la palabra ofendido por mi tonto discurso, pensando seguramente que yo estaba re-loca o que era peligrosa. POR TODO LO ANTERIOR, no confío nada en los ratis, quizá muchos cumplen su trabajo honestamente, pero otros tantos son unos corruptos y entonces cuando un cliente me cuenta que le robaron todas las joyas o que se quedaron con plata, siempre les creo porque esa es la forma en que muchos proceden. Analizando lo vivido he llegado a la triste conclusión de que aprovechándose de su famosa placa el imbecil lo único que buscaba era violarnos o toquetearnos, que de ninguna forma nos habría podido detener porque el cigarro de marihuana casi no existía y que difícilmente habríamos estado presas en la cárcel de Coquimbo porque todas éramos menores de edad.
Fuerte experiencia, gracias a la cual concluí desde una temprana edad que con la policía no siempre estarás segura.
Tiernos 17 años.
1 Comments:
Recuerdo a ese fiscal.
Recuerdo esa escena.
Pero no fue por eso
que te dejó de hablar
durante dos semanas.
Presiento que el fiscal
confiaba en ti lo mismo
que tú en los Tiras.
Puros prejuicios.
Ahora ese fiscal
te adora.
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