Lulú

Por estos días he comenzado con mi campaña personal “deja todo listo para tus vacaciones” y me paso la tarde haciendo escritos, mandado correos a los fiscales y visitando a mis chicos malos recluidos en el infierno. Confieso, que retomar las visitas carcelarias me ha devuelto la conciencia de hacer bien las cosas y la capacidad de percibir las necesidades de mis clientes, de manera que me he prometido no volver a abandonar esta práctica, que en mi caso resulta tan necesaria como el aire.
El fin del verano ha transcurrido amablemente para mi, me siento súper feliz de ver al maxy en su colegio nuevo y a la fefy impaciente por ir a su jardín, me gusta vivir en mi casa nueva lejos de la civilización, me encanta llegar a cocinar todos los días, disfruto los fines de semana caseros, adoro ir a la feria todos los sábados con mi carrito especialmente comprado para el efecto y pese a todo he moderado mi odio a realizar las compras semanales en el supermercado; Creo, que después de todo me estoy convirtiendo muy a mi manera en una “dueña de casa” medianamente responsable que libra batallas diarias contra miles de detalles domésticos imposibles de entrar a describir en honor al tiempo.
Grandes problemas, últimamente no he tenido, a excepción de lo ocurrido con mi perrita lulú que lamentablemente nos salió falsificada. Nadie responde por su falta de linaje y como la acogimos como un miembro más de la familia ya no podemos deshacernos de ella en busca de otro can con más clase. Obviamente cuando llegó, parecía original, pero a medida que el tiempo transcurrió, creció demasiado, su pelo crespo se alisó, su guata se llenó de lunares y su paladar cambió de negro a rosado. No hay dudas, mi perra nos vendió la pomada y no nos queda otra que apechugar porque mal que mal ya todos le tomamos cariño y no podemos devolverla o botarla por ahí, pese a que estaríamos en todo nuestro derecho. Yo, como que caché que algo raro tenía porque siempre me preguntaban ¿Y que raza es?. No podía entender como la gente era tan estúpida y no se daba cuenta de lo obvio.
En fin, la noticia fatal me la dio la veterinaria que cuando llenaba la ficha de atención médica me explicó que poodle no era porque esa clase de perros tenía el pelo crespo y mi regalona definitivamente parecía Morticia. Ante tal comentario impertinente, me ofusqué, tomé en brazos a mi lulú y me la llevé de ese feo lugar para no volver nunca jamás porque como representante de la familia no podía soportar que le dieran un notición como ese sin anestesia por mucho que fuera cierto, o sea podrá ser rasca, pero siempre digna y con sentimientos. Ya en el auto, Maxyto preocupado, me preguntó si era importante “ser de raza” y yo le respondí que en realidad eso era una soberana estupidez porque por ejemplo el perro que sale en el comercial de Metrogas es quiltrito y por su inteligencia y simpatía ahora es famoso y para que hablar de rin tintín, todo un personaje histórico.
Así las cosas el asunto quedó solucionado y del tema no se habló más en la casa por respeto a nuestra perrita, que avergonzada de su falta de clase, ya ni pesca a su vecino y novio “Gucci”, que entre las rejas moviendo su colita la pretende y sueña con protagonizar una nueva versión del “El damo y la vagabunda".
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home