Reparando con celo el mal causado

Los cuadernitos de mi compañero de curso Black Zelo se cayeron al suelo porque sin querer con mi mochila de hello kitty los pasé a llevar; Traté de explicarle que había sido un accidente, pero el muy mongo no me escuchó y me arrancó mi bolsito del hombro para lanzarlo a la pared con rabia gritándome palabras irreproducibles por lo que sin pensarlo dos veces me convertí en Juanita tres cocos y lo empujé comenzando en la sala de clases una pelea que finalizó sólo cuando la Guiry, mi profesora jefe con la ayuda de un auxiliar nos separó y nos llevó arrastrando a la oficina del weas tilín, o sea el Inspector cojo. Después de ese lamentable impasse, como era previsible llamaron a nuestros apoderados, nos suspendieron por tres días, me castigaron un mes sin salir y le declaré abiertamente la guerra al mariquita del Black.
Habiendo transcurrido tres meses desde la golpiza narrada precedentemente, sorprendieron al Black en el baño del colegio fumando marihuana por lo que se procedió a su expulsión en forma inmediata porque según la Directora, el establecimiento educacional no permitía la presencia de elementos negativos, comentario que a todos nos sorprendió bastante porque la gran mayoría, incluyéndome, éramos “echados” de todos los colegios del sector oriente y casi todos, salvo la Pily y yo, eran secos para los pitos (a nosotros nos gustaba el tequila), lo que no constituía un secreto para nadie, pero me imagino que la idea era resguardar la "imagen" porque, éramos un colegio “alternativo”, o sea alternativo-obligado para quienes manteníamos problemas conductuales en colegios para niños normales.
Siendo sincera, si bien casi no tuve nada que ver con la expulsión del Black, pude evitarla porque el pacto comunitario era que si alguien veía acercarse a alguna autoridad cuando se fumaba en el baño debía silbar o realizar algún acto avisatorio y en realidad cuando ví al profe Candell acercarse, me di media vuelta sabiendo que lo sorprenderían y sin remordimiento alguno pensé que la venganza era dulce porque yo me había comido una paliza no merecida, había estado un mes castigada y lo peor de todo, había pasado por la humillación de que todos mis compañeros de curso me vieran los calzones en la trifulca. Eso, definitivamente no merecía ni perdón, ni olvido a pesar de que después sentí algo de culpa cuando el Caleta me contó que los padres del expulsado lo matricularon en un colegio con número y que desde ahí la vida del infeliz nunca fue la misma.
Del Black no supe mucho más hasta ayer, día en que para mi sorpresa se me acercó en el centro de justicia y me saludó como un amigo de toda la vida para luego contarme que lo formalizarían por lesiones. Yo, como que no reaccionaba porque uno no se encuentra todos los días con el enemigo y porque en realidad pensé rápidamente que probablemente yo era la responsable de una buena parte de sus desgracias posteriores a la expulsión, incluidos los actos de matonaje que seguramente aprendió en el popular liceo 11, así es que con el fin de aminorar mi responsabilidad y procurando reparar con celo el mal causado lo representé en la audiencia gratuitamente, quedando el pobre eternamente agradecido por lo que el catalogó como un acto de “ muy buena onda”. Después de su formalización me dejó super invitada a su casa para que conociera a su señora esposa, me entregó una tarjeta de presentación para que coordináramos una reunión de colegio porque mal que mal éramos “amigos” y me hizo presente que siempre lamentó haberse ido del colegio, confirmando de esta forma que mi omisión dolosa afectó el curso de su vida y que una semillita de maldad se instaló en mi desde temprana edad por lo que me he sentido bastante afectada el día de hoy y he confirmado que todas las maldades que uno hace tarde o temprano pasan la cuenta porque sobrellevar en mi conciencia la carga de su expulsión es duro, sobre todo cuando pienso que el pobrecito se fue a su casa convencido de que era un hombre muy afortunado por haberse topado con una ex compañera de curso, tan buena onda como yo.
Tengo pase asegurado al infierno, Lo sé, lo sé...