El infeliz

Yo quería escribir sobre los aspectos jurídicos de las resoluciones que dictó el Juez Cerda, sin entrar al típico análisis político que para estos días inunda el espacio; Quería decir que Cerda, me parece un magistrado de excepción, un caballero del derecho, digno de toda mi admiración y por lo mismo me cuesta entender los evidentes errores del auto de procesamiento que aún cuando se trata de una resolución esencialmente revocable debió ser indestructible para no levantar suspicacias; Quería hablar de que teniendo aún la calidad de Juez, Cerda no debería recibir el premio famoso por los 88 palos, porque de hacerlo los envidiosos leerán en eso, un acto reprochable que enlodará la encomiable labor que por años ha realizado y de la cual soy fiel testigo; Quería, además hablar de que las responsabilidades penales son personales y que esta situación me deja la sensación de que como no se logró castigar al viejo, entonces hay que condenar por lo que sea a la familia y finalmente quería aclarar que lo más cuestionable de la resolución en cuestión, es la presunción del origen de los fondos depositados en el Riggs, ya que se cree que dichos dineros provienen de gastos reservados, pero al respecto no hay certeza ya que si bien se ha logrado seguir la pista de algunos dineros, jamás se ha determinado de donde salieron, pudiendo incluso provenir del más allá. De todo eso quería hablar, pero el viernes cuando visité a un pobre hombre cuya defensa me encomendaron, cambié de opinión porque en verdad me interesa un loly lo que les pueda pasar a los Pinochet y porque tengo la certeza de que del tipo que voy a hablar, nadie se preocupa ya que se trata aquellas personas que no percibimos que existen. El Jueves me visitó una señora que me confesó que su madre estaba prófuga, que consecuencia necesitaba que la representara y que además asumiera la defensa de un hombre que se encontraba preso ya que le convenía tenerlo de su lado. Al día siguiente fui a visitar al detenido a Santiago 1 y lo primero que me llamó la atención fue que al saludarlo sentí su mano muy áspera, tanto así que se dio cuenta de mi reacción y me dijo lo sentía, que sus manos estaban así por su trabajo de embalador de frutas en la Vega; Al conversar, entendí que el pobre nada tenía que ver en el asunto, fue detenido únicamente por estar en el local comercial en el cual se encontraron 150 gramos de cocaína que por cierto estaban en un cajón con llave y que le pertenecían a la dueña del negocio que era precisamente la mujer que me había contratado; Cuando le pregunté por su familia me señaló que era del sur y que no contaba con nadie que lo asistiera, me advirtió que tampoco tenía casa y que dormía en las calles cercanas a la Vega porque en ese lugar siempre tenía trabajo como descargador. Al finalizar la entrevista, se puso a llorar amargamente y me aseguró que nada tenía que ver con el tráfico y que su único pecado había sido estar en el lugar porque la señora le había encomendado el aseo y él necesitaba el dinero. Me fui de la cárcel con una sensación de angustia porque recién ahí me di cuenta de que mi cliente quería aprovecharse del pobre tipo para exculparse y me sentí muuuuuuuuuuuuuuuuy mal porque indirectamente yo estaba contribuyendo con esa canallada que me parece un acto miserable porque el pobre hombre es un ignorante que difícilmente puede defenderse. Así el panorama, me entrevisté el mismo viernes con la vieja y le dije que estaba bien cagada por lo que su única salida era entregarse lo antes posible y realizar una buena defensa en su favor, lo que si bien en un principio no le pareció muy bien ya que sus planes maquiavélicos eran otros, al final terminó asumiendo su desgracia y mañana martes se presentará en el Tribunal. En síntesis: *Asumí la defensa de la vieja y del pobre tipo. *Los honorarios fijados por la defensa son harto más bajos de los que inicialmente había cobrado por luchar por la absolución. *Mis honorarios por el pobre diablo son prácticamente inexistentes porque a la señora ya no le interesa lo que éste pueda declarar. *Claudia Tello, defensor de los chicos “B”, perdió la oportunidad de cobrar jugosos honorarios y de viajar antes de que termine el año al Caribe.

*Claudia Tello: Aunque se lamenta aún por los honorarios que no alcanzó a percibir, duerme tranquila y apelará el martes de la resolución que dejó preso al pobre infeliz que no teniendo ni arte ni parte, ni se imagina en el medio lío que se encuentra metido.