El colmo de un defensor

Hemos sido víctimas de la delincuencia……...así es, la oficina de defensores de los chicos malos, fue ultrajada, vejada y robada por quizás que grupo de inescrupulosos que aprovechándose de nuestra confianza violentaron nuestro templo del trabajo. El primero en darse cuenta de lo ocurrido fue Gabriel, que llegó como siempre a las 7:30 hrs y se percató de nuestra desgracia. Debo reconocer que en relación al resto, mi perjuicio fue bien menor porque mi notebook me lo llevo todos los días a la casa y los otros 2 computadores en realidad son tan feos que ni los miraron; Creo que hasta les di pena, porque con lo único que me cagaron fue con mi Palm que no sé porque puta razón dejé en mi escritorio. Ese día fue una pesadilla, llegaron los Carabineros y luego la Policía de Investigaciones haciendo esta famosa prueba de huellas con un polvillo negro que dejó todo mi escritorio asqueroso. Fue todo bien raro porque Gabriel andaba como alma en pena, Jairo repetía y repetía que deberíamos haber puesto una alarma y yo estaba más preocupada que la cresta porque tanta presencia policial obviamente ahuyentaba a los clientes de los tres y mal que mal había que recuperar los dineros perdidos en este fatídico episodio de nuestra vida oficinística. Así no más, puras tragedias que derivaron inevitablemente en la nunca buena “desconfianza” que nos llevó a analizar de quien mierda era el cliente robón de nuestras cosas y claro, como lejos fui la menos perjudicada porque ni siquiera se llevaron mi colección de cd´s piratas, la primera sospechosa fui yo y eso me cayó como el loly porque los tres tenemos clientes ladrones y ninguno es más ladrón que otro, son todos igualmente ladrones. Es más, estoy súper segura que no fue ninguno de mis clientes porque los míos buscan plata, cajeros automáticos y hasta donde yo los conozco no se desgastarían por una oficina en la que no existe ninguna certeza sobre la existencia de bienes de valor. En fin, como dicen los viejos “A golpes se aprende” y a raíz de esto mismo contratamos una alarma hiper ultra indestructible que nos avisará sobre cualquier intento de robo y además ninguno volverá a dejar objetos de valor en la oficina porque Dios dice ayúdate que yo te ayudaré y acá claramente nosotros le colaboramos harto a los rateros que nos dejaron en pelotas y expuestos al ridículo porque no faltan los ubicados de siempre que al enterarse de nuestra miseria, repiten irónicamente: “En casa de herrero, cuchillo de palo”.

Devuélvanme la maldita palm, plisss!!!!!!!!!!!!