Origen

El sábado se leyó la sentencia de Walter en la que se le condenó a la pena única de 12 años por su participación en dos delitos de abuso sexual y una violación.

Creo esta es la primera vez que no me pongo triste por un resultado negativo y aunque a primera vista pueda parecer que lo anterior se debe a que con el tiempo he madurado algo, la verdad es que estoy muy tranquila porqué siento que era imposible lograr un resultado diferente, que lo hice bien, que mi alegato de clausura fue una locura (déjenme creer que fue brillante) y que no se trata de una sentencia condenatoria injusta porque aunque jamás me lo reconoció, yo sabía que todo lo dicho por las víctimas era cierto y aunque esto parezca algo estúpido en algún momento lo reté muy duramente en el calabozo y le pregunté si acaso estaba loco o era tonto porque había que ser muy saco de bolas para pretender que los niños nunca contarían los abusos que fueron víctimas. El me miró, levantó las cejas y los hombros y solo atinó a decirme que no tenía respuesta para eso, limpiándose las lágrimas con un papel higiénico que traía todo arrugado en un bolsillo de su pantalón. Después de eso, solo atiné a darle un abrazo y creo que en eso minuto entendí que se trataba de un hombre muy enfermo, se me vino a la cabeza los dichos de la madre de los niños que declaró que el acusado le había pedido disculpas y que le había dicho que ni él mismo se explicaba porqué hacía estas cosas, que se trataba de un problema que arrastraba desde niño.

En las miserias del proceso penal Carnelutti habla del acusado y de lo indefenso que parece cuando es encarcelado y aunque no quiero justificar lo que mi cliente hizo, es preciso dejar establecido que acá está el origen de lo que hacemos aquellos que creemos en los derechos de los “sin derechos”, osea auxiliar a quien frente al enorme poder del estado se convierte en un animalito totalmente indefenso, encerrado y esposado, aun cuando antes de esto era una bestia feroz.

Quienes no pueden dejar de sentir lástima y compasión por el caído y que no descansan hasta socorrerlos llevan puesta una capa con las iniciales “D.X.C”, es decir “Defensor X Convicción” y de ese bando aunque a más de alguno no le guste, orgullosa SOY YO.