A lo Kill Bill, todo el rato.

En la mañana, acompañé a Jairo a una audiencia medio complicada en Talagante y mientras manejaba, escuchaba a mi Calamaro querido, que es como el único remedio infalible que conozco para aliviar mi intensa melancolía en días grises y lluviosos como el de hoy. A la vuelta, pasamos a tomarnos un café y con un tono más serio de lo habitual, mi amigo procedió a contarme un pelambre que desde su humilde punta de vista, ponía en riesgo mi integridad física porque la Maca, que es una amiga de Gabriel que pasa todo el día metida en la oficina, le comentó a Juan Carlos, el procurador, que yo la tenía realmente tan chata, que cualquier día de estos la encontraba y me iba a sacar la chucha. Contrario a lo que se podría pensar, mi reacción fue más bien pacífica y me preocupé de explicarle a Jairo que no se estresara porque si la pobre infeliz no se atrevía siquiera a mirarme a los ojos, difícilmente me iba a tocar un pelo, además si hay una cosa que sé hacer en esta vida, es defenderme como gato de espalda y no ha nacido aún, una mujer que logre atemorizarme. Después de tan lamentable situación y a propósito de la pregunta de mi amigo: ¿Y, que harías si cachay que te va a pegar???, le respondí, que el primer golpe SIEMPRE gana y le conté que a los 21, una mina se atrevió a amenazarme y a gritonearme, mientras sus acompañantes peleaban con mi pololo y su amigo. En esos precisos momentos tuve la sensación de que todos los ruidos se alejaban de poquito a poquito y solo escuchaba la voz de mi mamá susurrando en mi oído: “Primer golpe gana!, primer golpe gana!, primer golpe gana!…………” y sin pensar nada más, le aforré un combo en plena nariz a la pobre histérica, lo que motivó una pelea en el suelo con pellizcos, manotazos, tirones de pelo, escupos y patadas, pero siempre atenta a lo que pasaba a mi alrededor, porque habiendo transcurrido unos segundos (que sinceramente se me hicieron eternos), todos se subieron al autito y al darse cuenta de que yo faltaba, la Andreita Socias se bajó corriendo, nos separó como pudo, le pegó una tremenda patada a la mina que para ese entonces estaba casi pelada, sacándome del lugar rapidísimo, mientras el negro repartía combos a los que se tiraban al auto y mi pololo nos sacaba de ahí como podía.
Al día siguiente, amanecí toda morada y aún sentía mi cabecita palpitándo, cuando recién medité todo lo ocurrido porque si bien es cierto no nos había pasado nada grave, pudo quedar la cagada, considerando que ellos eran muchos más, que a mi pololo le pegaron por la espalda y que mi experiencia en el boxeo era prácticamente nula, aunque con tres copetes el famoso consejito de mi mamá me hizo creerme la mujer maravilla;. Pese a todo lo anterior, como decía, el punto es que si la “cara de barquillo”, insiste en que la tengo chata, no la voy a pescar porque el tema es muy cuma y ese cuento se lo dejo a las mujeres de mis clientes presos que pelean hasta porque las miran feo; Lo mío definitivamente es otra cosa, yo voy por la indiferencia y si eso falla, pasamos a la fase dos, en donde las descalificaciones sútiles, precisas y al hueso, son la especialidad de la casa y como la teoría de mi mamá de que el primer golpe SIEMPRE gana, el lunes mismo, afilo mi lengua, enfoco la mirada y la liquido en un abrir y cerrar de ojos.
Como diría el Chavo, ahora si que a ésta le llegó el ocho!.