lunes, mayo 28, 2007

El funeral

No existe ninguna norma que diga que los funerales deben ser necesariamente tristes, por el contrario yo quisiera que el mío fuese tan entretenido como el de Lucho; Prometo que jamás vi a tantas personas felices en una ceremonia de esta naturaleza y aunque al principio me resultó un poco contraproducente, después de un rato lo encontré cool. Nunca he sido partidaria de mirar dentro del cajón, pero en esta ocasión el cariño fue más fuerte y pude observar a un hombre de rostro impecable como salido de un spot de TV que logró excelentes comentarios al punto de que una asistente dijo en voz alta mientras lo miraba, que muerto y todo, aún se veía rico; Otro en tono sarcástico aseguró que nunca había visto a tantas, pero tantas viudas de un mismo hombre juntas y una vieja amiga aseguró seriamente que al Lucho deberían haberlo cremado, así lo hubiesen repartido a todas sus mujeres que seguro hubiesen quedado super contentas con el último polvo. El velorio (que fea esa palabra!!!!!!!!!!!!!!!!!!!) se llevó a cabo en el restaurant de Ritoque con una luna hermosa, música muy agradable, traguitos y con la asistencia de muchísimos amigos que en una playa iluminada con miles de velas compartieron este último carrete; Al día siguiente como a las 12:00 hrs muchísimas personas fueron al cementerio y en realidad fue algo bien especial porque Lucho fue enterrado en la misma tumba de mi padre mientras varios de los asistentes se me acercaban para contarme que conocían a mi viejo o simplemente para expresarme afecto lo que automáticamente me hizo pensar en lo distinta que hubiese sido mi vida si todavía existiera. El funeral fue memorable, demasiadas personas nos acompañaron a nosotros, “los Tello”, a los que no sé porque puta razón usamos nuestro apellido para excusarnos de todo. Me refiero a que si somos ingratos, impuntuales o extraños, todos sin excepción, decimos, bueno, lo siento soy “Tello”, la excusa perfecta para ser entendidos y comprendidos porque después de todo, somos algo así como excepcionalmente perdonables, una real excusa legal absolutoria. Tamara, mi prima recitó unos hermosos versos llenos de magia, Verónica nos contaba sobre su infancia junto al Lucho, los amigos vociferaban un grito de surfistas para llamar a las olas más grandes en Rapa Nui, un loco gritaba que el "Tello" nos tenga el carrete armado arriba!!, Marisa, la eterna enamorada, leía tranquila palabras melancólicas que años atrás había dedicado al hombre de sus sueños y yo secretamente pensaba en mi padre, en su hermano, en la eternidad y en la enorme responsabilidad de acompañar y apoyar a mi abuela desde ahora en adelante. Un cajón precioso pintado con témperas de vivos colores, la camiseta del colo-colo, mis primos jugando a los fuertes a punta de marihuana y una fila de amigos dispuestos a agarrar la pala para cooperar a enterrar al Lucho comandados por la Marcelita que gritó bien fuerte: Por tus amigos del trauco!!!; Todo esto me han hecho reflexionar sobre la fragilidad de la vida y la importancia de cuidar a lo míos, sinceramente soy muy débil aunque nadie siquiera lo perciba, no soporto las pérdidas, quizá porque he tenido demasiadas en mi vida y odio la sensación de angustia y desarraigo que siempre me queda.
En fin, no hay tristeza, solo un poco dudas existenciales.........como siempre…..ya pasará.

miércoles, mayo 16, 2007

El enemigo de mi enemigo

Días agitados.
Audiencias, problemas familiares y cambio de oficina: Mezcla fatal.
Hoy, fiel a mi enorme capacidad de meter mi nariz en donde no corresponde, fui testigo de una disputa campal entre una fiscal y un defensor privado por cuanto éste último hizo presente en una audiencia lo contenido en la minuta que el fiscal titular de la causa había enviado al que concurre a las audiencias programadas. El problema fue que la fiscal redactora del documento había escrito: “Hasta cuando le dura la suerte a este señor??.- Que quede preso por malo”.
El defensor hizo presente las anotaciones indicadas y la fiscal al finalizar la audiencia le recriminó su mala fe ya que ella le había pasado confiada la carpeta sin imaginarse que utilizaría lo señalado en la minuta como argumentación principal de sus solicitudes.
El punto es que esas alegaciones estúpidas me cargan y creo que aunque el enemigo la gran mayoría de las veces me revienta no se puede ser tan mala clase. Así las cosas y en vista de que la pelea pasaba a mayores le dije al colega que su actitud era desleal, que lo único que lograba era dejar mal al gremio y que por su culpa ahora nos harían problemas para mostrarnos las carpetas investigativas; Le aclaré que yo también era "privada", que no era la forma correcta de jugar este juego porque alegaciones de ese tipo no eran serias y daban cuenta de su mala fe. En fin, la cosa no se arregló pese a mi actitud conciliadora y finalmente el defensor trató a la fiscal de incompetente y ésta última le gritó al borde de las lágrimas que se encargaría de advertirle a todos sobre su conducta y que lo acusaría al colegio de abogados.
En realidad, esto no debería importarme, de hecho Jairo no me encontró nada de razón, sin embargo me parece que existen dos tipos de profesionales; Los de verdad y los de mentira, osea los que son como este defensor rasca-chanta y yo al menos no quiero jamás pertenecer a ese bando porque odio los bajos recursos y porque tontamente quizá, todavía creo en la buena fe y en mi capacidad de ganar o de obtener un buen resultado sin necesidad de argucias imbéciles lo que a la larga me ha traido muchísimas satisfacciones de las cuales me siento orgullosa a diario.
Esta pintoresca situación me hizo recordar mientras venía de vuelta a mi casita al buen Rubén Blades y su famosa canción Pedro Navaja que dice:"La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.."; Quien lo diría, quien lo diría, Claudia "inconsecuente" Tello, enemiga acérrima de fiscales odiosos, prestándole ropa al enemigo en su afán poco entendible de poner la fianza al que lo necesite.

sábado, mayo 05, 2007

El Rey León

Verónica dijo:
"Por mi parte querido hermanito con palabras torpes y confusas quiero expresarte mi reconocimiento, es un sentimiento extraño y nuevo para mi. Que importante es poder “llorar” Luis Humberto, yo que no pude hacerlo por Daniel nuestro Padre, ni por Mauricio nuestro hermano. Ahora tu me brindas la oportunidad, ¡Siempre tu!, hasta el final, tal un Dios del Olimpo, capaz de desatar, vientos, tormentas, mareas y pasiones. Después de haber dejado atrás toda la agitación del suceso y ya sentada en el avión pude revivir en el llanto las imágenes que desde niña guardo de ti cuando venías al viejo caserón de Ventanas. Yo te espiaba, veía un ser desbordante de energía, cantabas o más bien vociferabas “El sapo cancionero” y te cortabas o te hacías cortar el pelo, una melena rebelde y abundante que no paraba de crecer. Yo en mi rincón de espía, me decía; Si Zeus, Dios del olimpo tuviera un hijo, así sería. Más tarde te vi desatar pasiones y de cierta manera vientos y mareas humanas, ya en Ritoque no eran los cánticos de ese sapo cancionero enamorado de la luna, eran los rugidos de un “Rey león”, como me gustaba llamarte en Paris. Que bueno es llorar Luchito, en el fondo es una alegría saber que con el llanto se puedo seguir aprendiendo. Te vas Rey león, pero no para siempre, estoy segura que sentada frente al mar en silencio, detrás del rompe olas, se escucharan en Ritoque tus rugidos hermanito".
No voy a escribir, me siento triste para hacerlo y aunque sé que como siempre este odioso sentimiento pasará, tengo pena. El loco Tello se ha ido y me cuesta asimilar que ya no lo encontraré en Ritoque y que nadie me dirá lo linda y parecida a mi padre que con los años me he ido poniendo, a pesar de que siempre supe que solo eran palabras de buena crianza; La ceremonia fue simplemente hermosa, todas felices, celebrando y haciendo chistes con Lucho porque así él lo hubiese querido; Los amigos de la infancia y juventud, el mismo grupo de amigos de mi padre, los del mítico Trauco, todos presentes en una despedida inolvidable. Siento que mi origen se diluye, que cada día tengo menos arraigos y temo de todo corazón dejar de ser y reconocerme como una miembro original de los Tello. De cada 5 personas que he conocido en mi vida, al menos 1 me ha preguntado; “Tello….algo del loco Tello??, a lo que siempre respondí orgullosamente que sí, que el mítico surfista era mi pedazo de tío; Por el momento me mantengo emputecida con Dios porque si este señor realmente existe como hasta la fecha he creído, me parece brutal causar este enorme dolor a mi abuela que con sus 93 años, a pesar de su impresionante fuerza, no puede resistir esta enorme tristeza, no sé, de veras no entiendo.

Vida y mar

Marisa, la dulce mujer siempre enamorada y de ojos de multicolor escribió estas hermosas palabras en abril de 2005 que paradójicamente leyó apoyada en un árbol mientras despediamos a Lucho y yo pensaba si realmente existimos de alguna puta forma despúes de esta vida.
El siempre vivió de cara al mar, las olas reventando en su ventana arrullaron los sueños de niño, los zapatos teñidos de arena camino al colegio, la sal en las pestañas y en su piel tirante.
Su madre era parte del mar, maestra de pescadores y navegantes, sabiduría ancestral frente a un pizarrón húmedo dando lecciones de vida y coraje.
Su padre era tierra, dio la espalda al océano soñando con carreteras que lo condujeran de ciudad en ciudad.
Creció con sus hermanos persiguiendo gaviotas, recogiendo redes, saboreando mariscos, oliendo huiros y sal. Un día de desayuno tibio con pan amasado y huevos humeantes, los caminos se abrieron; Su padre tomó al fin la senda aventurera de horizontes seductoramente inciertos, mientras su madre se aferró a las olas frías reventando sin parar.
Y él se hizo hombre de corazón aventurero y pies plantados en la arena, los ojos seductores del padre dispuestos a la conquista, la fuerza invencible de la madre en los pasos firmes, la sabiduría aprendida de las olas insolentemente solitarias formando una coraza de sal, rocas, arena y libertad. Así es ese hombre-mar, furioso reventando contra todas las orillas, desconcertante en sus mareas y corrientes, solitario en su plenitud de autosuficiencia. Gris, azul, luminoso, cambiante en la superficie. Dulce, quieto y profundo en su interior, como el fondo impenetrable del mar.
En los días de mar quieto concibió dos hijos, con la misma sabia corriendo por sus venas, sabia de sal dura y soles tibios, energía cambiante y rebelde de atardeceres rojos y amaneceres grises, herederos de arena, viento y espuma, dos fuerzas invencibles en su seguridad de corazas ancestrales, proyección de la energía, del silencio y la sabiduría a fuerza de vivir. El niño de los ojos dulces sigue amarrado a la playa, los pasos seguros en la arena, dueño de las olas, su cuerpo entero danza al compás del mar que lo reconoce, lo acoge y lo hace volar. El pelo teñido por el sol, las manos ásperas de arena, los pies firmes en las rocas, intuye la vida, esconde la emoción, silencia los dolores, calla los temores. Vive, solo vive, guiado por la fuerza invencible de su corazón, vive y atrae la vida de quienes se acercan por solo sentir la luz cálida que emana libre y te envuelve en una dulce sensación. La niña de los ojos fuertes siguió, como su abuelo, el camino hacia la ciudad, los pasos seguros por las calles frías, las manos se suavizan, el caminar se acelera, juega a fundirse en la masa anónima, juega a ser una más, pero dentro de sus zapatos sigue habiendo arena, dentro de su alma sigue habiendo mar, sus ojos proyectan la fuerza de las olas, su sonrisa torcida estalla sin aviso en carcajadas, indomable, insolente reflejo de ese hombre que le regaló la energía infinita del mar. Así son los dueños del mar, saga indomable y solitaria que atrae y seduce, que te mueve a la vida, que despierta cariños, que produce pasiones, que asume dolores, que te arrastra en sus corrientes peligrosas, quieres ir a ellos y sumergirte en la sal que alimenta tu alma sabiendo que en cualquier momento una ola fuerte y dura te puede lanzar lejos, demostrando que no eres parte de su mar. Así son, y así los quiero, así me llevan. Así me atraen, me arrastran y me alejan, así camino por sus arenas ásperas y tibias, así me hacen sentir esta fuerza que me atrae inevitablemente hacia ellos, queriendo mis pies urbanos ser parte de su playa, mi alma solitaria compartir su soledad. Camino junto a ellos un camino paralelo que va cercano, pero siempre distante, cruzándose en destellos de cercanía, en chispazos de encuentros, en instantes de verdad. Y sigo mi camino por esa playa larga, única, irremplazable de dunas silenciosas, de olas explosivas, de atardeceres serenos que acerca y me aleja, que me atrae y me inquieta, sabiendo que aunque me bañe confiada en sus aguas tranquilas de un momento a otro surgirán las mareas impredecibles que me arrojen a una orilla solitaria, que me digan que no soy parte de ese mar del que solo ellos son dueños, que me hagan sentir que no soy más que un visitante pasajero en su callada intimidad.
Mi mente hace malabares fríos en mi cabeza, me dice que ya no soy una niña, que conozco tanto de dolores y verdades que no quiero asimilar, me llama a alejarme de los peligros de los mares inseguros, retrocede frente a las olas, me alejo instintivamente de la espuma y la sal, y entonces, del fondo de las aguas, renace un corazón grande y crédulo, ingenuamente incondicional, que me acerca y me llama a su lado con la fuerza que solo tienen ellos y que tiene el mar.
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