El funeral

No existe ninguna norma que diga que los funerales deben ser necesariamente tristes, por el contrario yo quisiera que el mío fuese tan entretenido como el de Lucho; Prometo que jamás vi a tantas personas felices en una ceremonia de esta naturaleza y aunque al principio me resultó un poco contraproducente, después de un rato lo encontré cool.
Nunca he sido partidaria de mirar dentro del cajón, pero en esta ocasión el cariño fue más fuerte y pude observar a un hombre de rostro impecable como salido de un spot de TV que logró excelentes comentarios al punto de que una asistente dijo en voz alta mientras lo miraba, que muerto y todo, aún se veía rico; Otro en tono sarcástico aseguró que nunca había visto a tantas, pero tantas viudas de un mismo hombre juntas y una vieja amiga aseguró seriamente que al Lucho deberían haberlo cremado, así lo hubiesen repartido a todas sus mujeres que seguro hubiesen quedado super contentas con el último polvo.
El velorio (que fea esa palabra!!!!!!!!!!!!!!!!!!!) se llevó a cabo en el restaurant de Ritoque con una luna hermosa, música muy agradable, traguitos y con la asistencia de muchísimos amigos que en una playa iluminada con miles de velas compartieron este último carrete; Al día siguiente como a las 12:00 hrs muchísimas personas fueron al cementerio y en realidad fue algo bien especial porque Lucho fue enterrado en la misma tumba de mi padre mientras varios de los asistentes se me acercaban para contarme que conocían a mi viejo o simplemente para expresarme afecto lo que automáticamente me hizo pensar en lo distinta que hubiese sido mi vida si todavía existiera.
El funeral fue memorable, demasiadas personas nos acompañaron a nosotros, “los Tello”, a los que no sé porque puta razón usamos nuestro apellido para excusarnos de todo. Me refiero a que si somos ingratos, impuntuales o extraños, todos sin excepción, decimos, bueno, lo siento soy “Tello”, la excusa perfecta para ser entendidos y comprendidos porque después de todo, somos algo así como excepcionalmente perdonables, una real excusa legal absolutoria. Tamara, mi prima recitó unos hermosos versos llenos de magia, Verónica nos contaba sobre su infancia junto al Lucho, los amigos vociferaban un grito de surfistas para llamar a las olas más grandes en Rapa Nui, un loco gritaba que el "Tello" nos tenga el carrete armado arriba!!, Marisa, la eterna enamorada, leía tranquila palabras melancólicas que años atrás había dedicado al hombre de sus sueños y yo secretamente pensaba en mi padre, en su hermano, en la eternidad y en la enorme responsabilidad de acompañar y apoyar a mi abuela desde ahora en adelante.
Un cajón precioso pintado con témperas de vivos colores, la camiseta del colo-colo, mis primos jugando a los fuertes a punta de marihuana y una fila de amigos dispuestos a agarrar la pala para cooperar a enterrar al Lucho comandados por la Marcelita que gritó bien fuerte: Por tus amigos del trauco!!!; Todo esto me han hecho reflexionar sobre la fragilidad de la vida y la importancia de cuidar a lo míos, sinceramente soy muy débil aunque nadie siquiera lo perciba, no soporto las pérdidas, quizá porque he tenido demasiadas en mi vida y odio la sensación de angustia y desarraigo que siempre me queda.
En fin, no hay tristeza, solo un poco dudas existenciales.........como siempre…..ya pasará.